En el libro Segundo de Reyes, capítulo 5, nos habla de Naamán quien sufría de lepra, era general del ejército Sirio. Trabajaba en casa de Naamán una joven israelita, quien había sido llevada cautiva a Siria y colocada al servicio de la mujer de Naamán
La temática va enfocada en la importancia de hablar la Palabra de Dios.
Esta joven israelita se encuentra lejos de su familia, de su cultura, viviendo en el contexto de una familia adinerada de Siria, una familia importante con costumbres muy diferentes a las de ella.
Pensemos por un momento la situación de esta joven israelita, arrancada del seno de su amada familia, y llevada cautiva a un país extraño.
Sin embargo, esta joven de fe no temió hablar a su ama, del profeta que estaba en Samaria, el cual podría sanar la lepra de Naamán. Podemos dicernir que esta joven conocía de Jehová, conocía lo que el poderoso Dios de Israel hacía y podía hacer a través del profeta.
Es impresionante el alcance de las palabras de la joven cautiva, palabras que movieron al general Naamán a presentarse delante de su señor el rey y contar lo dicho por esa valiente joven, Aquella noticia movió al rey de Siria a dar permiso al general de su ejército Naamán para viajara hasta Israel.
Noten, el rey le entrego cartas a Naamán para el rey de Israel, además le entregó 10 talentos de plata y seis mil piezas de oro y 10 valiosas mudas . Impresionante como a través de las palabras de una joven israelita en cautiverio, quien se atrevió a hablar a su ama, hayan puesto en acción a esas personas tan importantes, quienes pusieron fe a través de las palabras de la joven en el que profeta de Dios lo sanaría.
No retengamos las palabras oportunas que sabemos de La Palabra de Dios, somos los voceros del Dios vivo, las personas necesitan conocer el mensaje de salvación, así como poder disfrutar de las maravillosas bendiciones que Dios derrama sobre todos los que le obedecen.
Vean el poder de la palabra, como impacta a gente de todos los niveles sociales, porque en todos los contextos sociales también hay problemas, dolor y enfermedades.
Tal vez, amados y amadas en Cristo, piensen ustedes cómo aplica a mi vida actual, la situación pasada de Naamán y la participación de la joven israelita cautiva.
Veamos los siguientes criterios importantes para toda persona sea hijo o hija de Dios:
Me sentiría atemorizado o avergonzado en ciertos contextos.
Conozco La Palabra de Dios de manera eficaz al punto de estar listo o lista para hablar.
Realmente conozco bien las buenas nuevas del reino de Dios, como para hablar a otros con exactitud.
Estoy escrudriñando la Palabra constantemente para conocer las hechos gloriosos de Jehová, lo que ha hecho y continúa haciendo.
Mi fe va aumentando a medida que conozco la Palabra de Dios, porque eso va ligado a la convicción con la cual hablaré a las personas.
Me estoy sumergiendo en cada relato y visualizando lo que la Palabra me dice.
Me emociono, me gozo cuando leo La Palabra de Dios, al punto que me impulsa a glorificar a Dios, alabarlo, amarlo más, a desearlo más, a reconocer que es digno de toda la adoración, de toda la gloria, que hasta fluyen palabras de adoración en los momentos que estoy leyendo.
Si son padres, están enseñando a los hijos o hijas de forma diligente La Palabra de Dios, para que puedan responder con sabiduría en todo tiempo.
Si son abuelos, están enseñando a los nietos y nietas La Palabra de Dios.
Hablo en todo tiempo eficazmente de La Palabra de Dios.
Mi vida está en plena armonia con la Palabra de Dios.
Viviendo en tiempo de prueba soy capaz de hablar con gozo y con fe, a otras pesonas que necesitan de las promesas de Dios y de todas las maravillosas que ha hecho y continúa haciendo. Porque está convencido que Dios es fiel y nada es imposible para Dios.
La joven israelita habló, a pesar de las circunstancias se mantenía firme en su fe.
Apliquemos la fe y hablemos con denuedo del poder de Dios a través de Jesús, de la sangre de Jesús y por medio del Espíritu Santo.
Les invito a disfrutar del relato Bíblico, en 2 Reyes 5, para conocer a través de La palabra todo lo que sucedió:
1 NAAMAN, general del ejército del rey de Siria, era gran varón delante de su señor, y en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvamento á la Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.
2 Y de Siria habían salido cuadrillas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel una muchacha; la cual sirviendo á la mujer de Naamán,
3 Dijo á su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
4 Y entrando Naamán á su señor, declaróselo, diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.
5 Y díjole el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré letras al rey de Israel. Partió pues él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.
6Tomó también letras para el rey de Israel, que decían así: Luego en llegando á ti estas letras, sabe por ellas que yo envío á ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.
7 Y luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe á mí á que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
8 Y como Eliseo, varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió á decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora á mí, y sabrá que hay profeta en Israel.
9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y paróse á las puertas de la casa de Eliseo. 10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve, y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
11 Y Naamán se fué enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su
mano, y tocará el lugar, y sanará la lepra.
13 Mas sus criados se llegaron á él, y habláronle, diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la hicieras? ¿cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
14 El entonces descendió, y zambullóse siete veces en el Jordán, conforme á la palabra del varón de Dios: y su carne se volvió como la carne de un niño, y fué limpio.
A continuación, podemos ver como Naamán glorifica a Jehová y reconoce que no hay otro en toda la Tierra como Jehová.
Gracias a una joven valiente, a pesar de sus circunstancias, habló a Naamán y Jehová es glorificado.
15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y púsose delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Ruégote que recibas algún presente de tu siervo.
16 Mas él dijo: Vive Jehová, delante del cual estoy, que no lo tomaré. E importunándole que tomase, él nunca quiso.
17 Entonces Naamán dijo: Ruégote pues, ¿no se dará á tu siervo una carga de un par de acémilas de aquesta tierra? porque de aquí adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni sacrificio á otros dioses, sino á Jehová.
18 En esto perdone Jehová á tu siervo: que cuando mi señor entrare en el templo de Rimmón, y para adorar en él se apoyare sobre mi mano, si yo también me inclinare en el templo de Rimmón, si en el templo de Rimmón me inclino, Jehová perdone en esto á tu siervo.
19 Y él le dijo: Vete en paz. Partióse pues de él, y caminó como el espacio de una milla.
20 Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó á este Siro Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él, y tomaré de él alguna cosa.
21 Y siguió Giezi á Naamán: y como le vió Naamán que venía corriendo tras él, apeóse del carro para recibirle, y dijo: ¿Va bien?
22 Y él dijo: Bien. Mi señor me envía á decir: He aquí vinieron á mí en esta hora del monte de Ephraim dos mancebos de los hijos de los profetas: ruégote que les des un talento de plata, y sendas mudas de vestidos.
23 Y Naamán dijo: Ruégote que tomes dos talentos. Y él le constriñó, y ató dos talentos de plata en dos sacos, y dos mudas de vestidos, y púsolo á cuestas á dos de sus criados, que lo llevasen delante de él.
24 Y llegado que hubo á un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y guardólo en casa: luego mandó á los hombres que se fuesen.
Amados hermanos y hermanas en Cristo nuestro Señor:
Nada se puede esconder del Dios Todopoderoso, porque de alguna forma lo revela.
Vemos como Giezi el siervo del Profeta Eliseo cayó en pecado, se sintió provocado por los regalos valiosos que Naamán intentó obsequiar a Eliseo, pero que el profeta no los aceptó. Sin embargo, el siervo de Eliseo codició aquellas cosas y tramó como obtener algo para él.
Giezi no respetó la autoridad que estaba sobre él, hizo lo malo delante de los ojos de Jehová, se valió de la mentira para obtener las cosas. Manifestó codicia, avaricia, deslealtad, no tuvo temor de Jehová. Nadie puede burlar a Dios, tal como Giezi sus pecados le trajeron maldición, tanto él como su simiente sufrirían de lepra.
25 Y él entró, y púsose delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido á ninguna parte.
26 El entonces le dijo: ¿No fué también mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro á recibirte? ¿es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?
27 La lepra de Naamán se te pegará á ti, y á tu simiente para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve. ..."